Preocupación en las cárceles por el porcentaje de presos que se han planteado quitarse la vida

El Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones ha preguntado a 5.512 internos sobre su salud mental, consumo de drogas y prácticas de riesgo

Una reja de una celda en una cárcel.
El suicidio también preocupa en las cárceles- uno de cada tres presos se ha planteado quitarse la vida.
  1. El 20% ha intentado suicidarse
  2. Las enfermedades infecciosas: otro foco de preocupación
  3. Ciertas prácticas aumentan el riesgo
Imagen de archivo de la fachada  de la cárcel de Segovia, Castilla y León.
Imagen de archivo de la fachada de la cárcel de Segovia, Castilla y León.

El suicidio está alcanzado cifras verdaderamente alarmantes a raíz de la pandemia. Hablando en números, en 2021 se suicidaron 4.003 personas, es decir, más de 8 personas por cada 100 mil habitantes, el dato más alto desde que la Plataforma Nacional para el Estudio y la Prevención del Suicidio tiene registros, concretamente desde el año 2000.

Esta situación también se refleja en la población penitenciaria. De hecho, el ratio de suicidio por cada 100 mil reclusos en España es un 25% mayor que el valor medio europeo, según el informe SPACE-1 de 2021 elaborado por el Consejo de Europa.

Para conocer la situación por la que atraviesa este conjunto específico de la población, el Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, dependiente del Ministerio de Sanidad, ha realizado una encuesta a un total de 5.512 internos de 78 centros penitenciarios de toda España acerca de su salud, incidiendo en gran medida en su salud mental, el consumo de drogas y las prácticas de riesgo que llevan o han llevado a cabo alguna vez en su vida.

"Presupuestar, desarrollar y evaluar, sobre la base del conocimiento, programas e intervenciones dirigidas a prevenir y reducir el consumo de drogas y los problemas asociados en esta población" es el objetivo general que establecen en el informe.

Junto a la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, también han colaborado en dicha publicación la Subdirección General de Sanidad Penitenciaria de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias del Ministerio del Interior, la Dirección General de Asuntos Penitenciarios del Departamento de Justicia, Derechos y Memoria de la Generalitat de Cataluña y la Dirección de Justicia de la Consejería de Igualdad, Justicia y Asuntos Sociales a través del Programa de Análisis e Inspección de Centros Penitenciarios del Gobierno Vasco.

La Encuesta sobre Salud y Consumo de Drogas en Población Interna en Instituciones Penitenciarias de 2022 también permite comparar los cambios evolutivos que se han producido respecto a la realizada en 2016.

El 20% ha intentado suicidarse

Una de las cuestiones en la que más han incidido en este último estudio, a diferencia del anterior, es el suicidio. De hecho, un 32,2% de los encuestados han reconocido haberse planteado quitarse la vida en algún momento, sin grandes diferencias de porcentajes entre hombres y mujeres, un 31,8% y un 38,7% respectivamente.

Como cabría esperar, estas ideas se potencian cuando se está en prisión en lugar de en libertad. Y un 19,9% lo ha intentado, pero sin resultado. En este caso, también son más las mujeres que lo han intentado que los hombres, un 25,4% y un 19,5% respectivamente.

Las cifras reflejan que más de la mitad, concretamente el 61,7%, de las personas que han tenido ideas suicidas lo han intentado alguna vez

 

También se preguntó por la salud mental en general, por si padecían o habían sido diagnosticados de algún trastorno mental a lo largo de su vida. El 34,8% lo confirmó, siendo la mayor prevalencia entre las mujeres (42,3%), sobre todo de 35 a 44 años, que entre los hombres (34,3%).

De mayor a menor, la depresión (18%), el trastorno de personalidad(9,3%), el trastorno bipolar (5,6%), la esquizofrenia (5%), la psicosis por consumo (4,5%) y otras psicosis (1,8%) son las patologías más diagnosticadas entre los reclusos, siendo la esquizofrenia lo más común entre los hombres y la depresión y los trastornos de personalidad entre las mujeres.

El tiempo medio que estas personas han estado bajo tratamiento ha sido 8,7 años.

Actualmente, el 21,6% de los encuestados está en tratamiento con medicación para problemas mentales o emocionales, un 6,3% menos que en 2016. Y el 26,1% asegura que está bajo la intervención de salud mental de la prisión con programas de deporte, de destinos, de grupos terapéuticos, de estudio con la UNED u otras escuelas, de talleres ocupacionales, laborales o educativos, formación laboral y TACA (Terapia Asistida Con Animales).

Las enfermedades infecciosas: otro foco de preocupación

Teniendo en cuenta que la población penitenciaria se considera un grupo de riesgo en relación con las enfermedades infecciosas, a todas las personas que ingresan en prisión, se les ofrece la realización de una analítica de laboratorio que incluye pruebas diagnóstico de VIH, hepatitis B, hepatitis C y sífilis, exceptuando los casos de estancias breves en el centro.

A pesar de que no todos los reclusos acceden a realizarse dichas pruebas, de entre los que se acuerdan que sí que se las han hecho, un 4,6% dio positivo en VIH, un 13,6% en hepatitis C y un 1,1% en hepatitis B. Además de estas enfermedades, un 4,3% de todos los encuestados recuerda haber tenido tuberculosis.

La prevalencia de estas patologías es mayor en aquellas personas que han consumido drogas por vía intravenosa. De hecho, un 15,3% de la población penitenciaria asegura haberse inyectado drogas alguna vez, aunque esta tendencia se reduce drásticamente al preguntarles por dicha práctica en los últimos 30 días en prisión. Y tan sólo el 1,1% del total de encuestados refiere haberse inyectado droga por primera en la prisión.

El 4,2% de la población penitenciaria refiere haber usado jeringuillas usadas alguna vez en la vida estando en libertad. Sin embargo, este porcentaje se reduce a un 2,3% estando en prisión en alguno de sus ingresos.

Todo parece indicar que esta reducción se debe a la existencia del Programa de Intercambio de Jeringuillas en Prisiones.

Ciertas prácticas aumentan el riesgo

Las relaciones sexuales sin protección y los tatuajes también son las otras dos prácticas de riesgo que contempla el cuestionario y que protagonizan un foco de enfermedades infecciosas importante.

El 61,2% de los encuestados asegura haber tenido relaciones sexuales sin protección durante los últimos doce meses, aunque este porcentaje disminuye en gran medida, a un 37,2%, cuando se les pregunta a aquellos que saben que están infectados por VIH, a un 56,4% por hepatitis C y a un 21,8% por hepatitis B.

Respecto a los tatuajes, aunque no tanto por el tatuaje en sí, sino por las condiciones del material utilizado, la acción de pintarse la piel con una aguja usada también es un foco de infección.

El 28% de la población penitenciaria asegura haberse tatuado dentro de la prisión. De hecho, el 18,6% de los encuestados refieren haberse realizado un tatuaje dentro de prisión en el actual ingreso. La tendencia de tatuarse alguna vez en prisión se ha incrementado desde 2016, especialmente entre las mujeres.

Respecto a las prácticas que ponen en riesgo la transmisión e infección de dichas enfermedades, en las que se incluye la inyección de drogas, las relaciones sexuales sin protección y los tatuajes, gran parte de la población penitenciaria las conoce, sobre todo las formas de transmisión del VIH. Aunque, se observa un cierto desconocimiento en los mecanismos de transmisión de la hepatitis C.

Imagen de archivo de la prisión de Soto del Real, en Madrid.
Imagen de archivo de la prisión de Soto del Real, en Madrid.

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