El CGPJ, “lampedusiano”

Pleno del CGPJ.

"Todo tiene que cambiar para que todo siga igual". Es la frase que pronuncia el príncipe de Salina, protagonista de la novela El gatopardo, de Giuseppe di Lampedusa.

Se refería el noble a los avatares políticos que sucedían en Sicilia, donde se desarrolla la trama, en los años posteriores a la unificación de Italia. Aunque los impulsores del unionismo abogan por una sociedad regida según los cánones ilustrados, en la que no habrá privilegios ni estamentos ni escalones de ningún tipo, Fabrizio Corbera, el príncipe, comprende se trata de una quimera.

Que los aristócratas no serán los más bendecidos por el nuevo sistema, pero serán sustituidos por otros, los burgueses y los burócratas. Ellos conformarán la nueva élite. Bajo la apariencia de revolución y de cambio, con nuevos protagonistas, todo (estamentos, privilegios) seguirá igual, concluye el personaje. 

Pues bien. Lo mismo ocurre en la Administración de Justicia, para la Asociación de Jueces Francisco de Vitoria. Considera que la nueva redacción del artículo 326 de la ley del poder judicial, relativo a los nombramientos de altos cargos y modificado en enero.

Para la asociación, que el Pleno del CGPJ establezca las bases para la elección de presidentes de Audiencias Provinciales, Tribunales Superiores y Salas del Supremo es un parche, "una transformación política revolucionaria pero que en la práctica sólo altera la parte superficial de las estructuras de poder".

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Es decir, que es la Comisión Permanente, el núcleo duro del CGPJ, y no el Pleno, quien al final decide estos nombramientos, pese a la última modificación de la ley. Una estrategia lampedusiana.