El Supremo pide implantar protocolos de detección de abusos sexuales en colegios

Afirma que en los centros “se puede llegar a ser cómplice involuntario, al no haber dado una respuesta adecuada” a la situación

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El Tribunal Supremo ha resaltado la necesidad de implantar en los colegios protocolos de detección de abusos sexuales a menores. Según el magistrado, éstos guardan silencio por el miedo a las represalias y esperan hasta que los hechos son detectados por responsables de un centro escolar, o por denuncias de amigos o amigos de la víctima ante sus profesores.

El Supremo explica que los protocolos son “una herramienta sumamente eficaz en los centros escolares, donde las víctimas de delitos sexuales pueden contar lo que en casa se niegan a contar por miedo o vergüenza”. Además, el magistrado ve como una herramienta para los responsables de los centros escolares, que podrán detectar el abuso sexual de forma más fácil.

La Sala ha afirmado que en los centros “se puede llegar a ser cómplice involuntario del abuso, al no haber dado una respuesta adecuada”, una carencia que, según el TS, se ha convertido en una denuncia habitual de los expertos en abuso sexual a menores.

Para evitar esta situación, la sentencia explica que estos protocolos “puede reducir este tipo de casos, y lo que es más importante (…) el agresor que se aprovecha del miedo de la víctima a denunciar estos hechos (…) sobre todo cuando la agresión proviene de su propio entorno y recibe amenazas por el agresor sexual”.

El papel del orientador escolar

Con esto en mente, el Tribunal Supremo ha confirmado la condena a 16 años de prisión impuesta a un hombre que agredió sexualmente a una escolar de 14 años de forma reiterada a cambio de suministrarle dinero y droga. Los hechos sucedieron durante noviembre y diciembre 2016 en un instituto de Avilés.

Según el juez, la víctima compartía el dinero y la droga con un grupo de su instituto, con el fin de integrarse y ser aceptada en él. Según el juez, si bien algunos de los miembros de este grupo sabían cómo conseguía la menor tanto el dinero como los porros, las agresiones sexuales se descubrieron a raíz de la intervención de un orientador del centro escolar al que acudía la víctima.

La sentencia incide en la importancia de los protocolos escolares, así como el papel del orientador del instituto, de detectar situaciones de abusos sexuales a menores en situaciones en las que los padres no suelen conocer los hechos, como en el caso concreto. Según el TS los centros escolares “toman conocimiento de ellos y lo pueden comunicar, (...) de no ser así las conductas hubieran persistido en el tiempo hasta provocar, a buen seguro, daños más graves en la psique de los menores”.

 

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